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La primera escuela financiera

Written by on 14 de agosto de 2024

La educación financiera debe comenzar en casa, durante la infancia de los hijos

Los niños deben participar en la elaboración del presupuesto familiar para que entiendan a qué se destina el dinero. (Foto: Shutterstock)

Vivimos tiempos difíciles, en que los índices de familias endeudadas son alarmantes. En gran parte, esta situación económica revela problemas en la gestión financiera. Y lo peor de todo es que, si consideramos el hecho de que el hogar es la primera escuela, y los padres los primeros profesores, cuando los niños están rodeados de adultos endeudados y sin control financiero, tienden a reproducir ese comportamiento.

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Felizmente, disponemos de muchas instrucciones valiosas que nos ayudan a proveer a nuestros hijos un buen modelo, para que desarrollen hábitos financieros saludables. La misma Biblia y los escritos inspirados de Elena de White nos muestran cómo Dios desea que lidiemos con nuestro dinero. A continuación, comparto algunas de esas orientaciones.

Comenzar temprano

“Cuando los niños son aún muy tiernos, se les debe enseñar a leer, a escribir, a comprender los números y a llevar sus propias cuentas” (Conducción del niño, p. 127).

Desde temprano, los pequeños comienzan a jugar con monedas; esta es una buena oportunidad para charlar con ellos acerca del dinero y presentarles los diversos tipos (monedas, billetes, cheques, tarjeta de crédito y débito, etc.). Aprovecha para mostrarles la cantidad necesaria para comprar juguetes o artículos de supermercado, por ejemplo.

Dar un dinero mensual

“Se debería enseñar a todo joven y niño no solamente a resolver problemas imaginarios, sino a llevar la cuenta exacta de sus propios ingresos y gastos. Aprendan el debido uso del dinero usándolo” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 288).

La administración del dinero mensual es una manera eficiente de introducir a los niños al mundo de las finanzas; y aquí, lo más importante no es cuánto dinero les darás, sino enseñarles a administrar lo que reciben, con disciplina y moderación.

Enseñar acerca del trabajo y los ingresos

“El dinero que los jóvenes obtengan con muy poco esfuerzo no será apreciado” (El hogar cristiano, p. 335).

Nada es más eficiente para enseñar a los niños acerca del valor del dinero que incentivarlos a obtener su propio dinero. Primero, explica cómo es tu trabajo y qué haces para recibir un sueldo. Después, enséñales a lavar el auto, bañar al perro, cortar el césped para recibir una remuneración, o incluso vender algún producto entre sus amigos. Deja, también, que ellos participen en la elaboración del presupuesto familiar para que entiendan hacia dónde va el dinero de la familia.

Mostrar la importancia de ahorrar

“En cada hogar debería haber una caja de la abnegación y habría que enseñar a los niños a colocar en esa caja sus monedas, que de otro modo gastarían en dulces y en otras cosas innecesarias” (Conducción del niño, p. 123).

El viejo cofrecito es la mejor manera de enseñar a los hijos la importancia de ahorrar. Ayúdalos, también, a establecer una meta para usar el dinero guardado; en principio, piensen en un objetivo a corto plazo (como la compra de un juguete, por ejemplo), para que no se desanimen o pierdan el interés. Después del cofrecito, el siguiente paso será enseñarles a administrar una cuenta bancaria e incluso a invertir. Los juegos que enseñan acerca de finanzas (como Monopolio, Juego de la Vida y Estanciero) son excelentes para aprender lecciones acerca de inversiones y economía.

Desarrollar el hábito de registrar los gastos

“Enseñen a los niños a llevar cuentas. Esto los capacitará para ser exactos” (Conducción del niño, p. 127).

Provee a tus hijos una libreta destinada a las anotaciones de todos sus ingresos y gastos. Enséñales a describir las entradas y salidas, registrando cantidades y fechas. Así, ellos sabrán de cuánto disponen para cumplir sus metas. Hoy en día, también hay aplicaciones con esta función.

Enseñar la diferencia entre deseo y necesidad

“Los padres, mediante su ejemplo, deberían estimular la formación de hábitos de sencillez, y alejar a sus hijos de la vida artificial para conducirlos a la vida natural” (Conducción del niño, p. 128).

El mundo moderno tiene un fuerte impacto sobre el deseo de los niños; cada día se lanzan nuevos productos que
atraen su atención. Anímalos a cuestionarse si realmente necesitan aquello que quieren. Hay estudios que demuestran que incluso los niños pequeños son capaces de controlar e inhibir sus impulsos.

Ser amable con los errores

“Los hijos a quienes se ha enseñado a depender de sus propios recursos, generalmente aprecian sus habilidades,
aprovechan sus privilegios y cultivan y dirigen sus facultades para realizar un propósito en la vida” (Consejos sobre mayordomía cristiana, p. 322).

¿Y si, incluso después de haber sido debidamente enseñados, tus hijos quisieran gastar sus ahorros en algo que no está de acuerdo con los objetivos? Respeta esa elección. Puede ser difícil verlos usar el dinero de una manera que tú crees que no es la mejor, pero es importante dejarlos que tomen sus propias decisiones. Muchas veces, aprenderán con sus errores.

Mostrar la autoridad de Dios

“Enseñen a sus hijos que Dios tiene derecho sobre todo lo que poseen, y que ninguna cosa podrá suprimir ese derecho; todo lo que poseen lo han recibido como un legado, para probarlos si serán obedientes” (Consejos para la iglesia, p. 225).

Aquí entran las lecciones sobre los diezmos y las ofrendas; los conceptos, motivos y destinos de cada uno deben ser minuciosamente explicados. Enseña, también, con tu ejemplo, por medio de una vida de fidelidad en todos los ámbitos. La tarea de educar es desafiante, pero si Dios nos llama, él nos capacitará. Haz de tu hogar una escuela de excelencia.


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